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Cámaras rotas: una mirada hacia el Cine Palestino

10/04/2025

Con motivo de la retrospectiva sobre el cineasta palestino Kamal Aljafari que ha preparado Documenta Madrid, compartimos este artículo de Alberto García sobre el cine palestino

“Todos los días Gaza cambia, por eso mis sueños siempre cambian. Y cada vez que doy un paso adelante, retrocedo 100 para atrás “. Estas líneas son de la obra ‘Los Monólogos de Gaza’, elaborada por el grupo de teatro gazaui Ashtar junto a niños de la Franja que contaban su experiencia tras la brutal ofensiva israelí de 2008. Sus funciones llenaron la gran sala del centro cultural Rashad al Shawa, centro neurálgico de la vida cultural de la franja. Hoy no quedan más que escombros de aquel centro que en la última década albergó el único festival de cine de Gaza, el Red Carpet Human Rights Film Festival.   

Autor: Alberto García Ballesteros

El genocidio del ejército israelí́ en Gaza, según datos de Human Rights Watch, ya se ha cobrado la vida de más de 44.000 palestinos, herido o mutilado a más de 104.000 (hasta junio de 2024), desplazado a 2 millones, dañado o destruido 6 de cada 10 edificios y provocado de forma premeditada una hambruna que afecta a más de la mitad de la población. Ante una campaña de destrucción de tal magnitud y una representación mediática del pueblo palestino que sigue tintada de orientalismo, las víctimas fácilmente se funden con las cifras. Es por eso que la destrucción del patrimonio cultural de la Franja debe tratarse con la importancia que merece. Han sido destruidos yacimientos arqueológicos, edificios históricos, centros culturales, bibliotecas y universidades; pero el bombardeo premeditado del Archivo Central de Gaza en noviembre con más de 150 años de documentos históricos, municipales, literarios y audiovisuales ha puesto claramente en evidencia la voluntad de erradicación de un pueblo y su legado por parte de Israel, una constante en la historia de Palestina.   

En 2003, el filósofo Edward Saïd presentaba el Festival de Cine Palestino Dreams of a Nation en la Universidad de Columbia reflexionando sobre el rol del cine y la importancia de la visibilidad en la identidad palestina. Recordaba la intención de invisibilización de su pueblo en la premisa del sionismo del siglo XIX: “Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra” y afirmaba que la memoria palestina tras la Nakba (1948) se componía de recuerdos, “llaves, títulos de propiedad (antiguos), fotos familiares, recortes de periódico…” desperdigados por todo el mundo. El cine, para él, era el medio perfecto en el que la identidad colectiva palestina, tan diversa y dispersa, podía recomponerse y hacer frente a la desaparición.   

Esta función de nexo quedó patente en el evento “Del otro lado del muro: una mirada al exilio palestino a través del cine” organizado el 14 de mayo en Barcelona por CIMA. Tras la proyección de sus cortometrajes, las artistas audiovisuales palestinas Samira Badran y Mira Sidawi encontraron muchos puntos en común en sus obras a pesar de tener propuestas artísticas y recorridos vitales muy distintos (Samira como artista plástica nacida en Libia y Mira como directora de teatro nacida en los campos de refugiados palestinos del Líbano). Samira, analizando el potente simbolismo de su cortometraje ‘Memories of the land’ (2017), comparó al pueblo palestino con un cuerpo fragmentado y junto a Mira afirmó que no solo es importante seguir creando, sino que hay que recuperar y cuidar la memoria colectiva que reside en cada una de las partes que componen la cinematografía palestina.  

Fertile Memory (1981).

La época del silencio

Si queremos trazar una historia de este cine nos encontramos constantemente con la mirada extranjera sobre el pueblo palestino, con la ocupación y con el exilio, no solamente a nivel temático, sino en la misma forma de producir y acceder al cine.   

Las primeras grabaciones en Palestina fueron encargadas por los hermanos Lumière y la primera obra grabada íntegramente en Palestina fue curiosamente un documental de la Federación Sionista Inglesa titulado ‘La primera película de Palestina’ (1911) con el objetivo de atraer a ciudadanos judíos de todo el mundo a Tierra Santa. Decenas de salas de cine también proliferaron por Palestina, como Cinema International en Jerusalem (1912), la primera sala de Gaza Al Samer (1944) o la majestuosa Alhambra Cinema de Jaffa (1937), ahora convertida en la sede de la Cienciología de la actual Israel. Sin embargo, la primera película de ficción palestina sería rodada en los años 30 por el director Ibrahim Hassan Sarhan, el gran pionero del cine palestino que creó también la primera productora de Palestina.   

Alhambra Cinema de Jaffa (1937).

Tras la Nakba en 1948, él y más de 700.000 palestinos se vieron forzados a abandonar sus tierras y, junto a ellos, la incipiente industria cinematográfica palestina quedó desmantelada. Una gran cantidad de películas y fotografías desaparecieron con la llegada de las tropas israelíes. Los cineastas palestinos se integrarían en las industrias cinematográficas de los países vecinos, en particular Egipto. En pleno apogeo del panarabismo liderado por el presidente egipcio Nasser, la causa palestina estuvo presente en la industria cinematográfica egipcia de manera simbólica y fundamentalmente propagandística. Esta época es conocida como “la época del silencio”.   

El Archivo Cinematográfico de Palestina

Habría que esperar hasta los años 60 para presenciar el renacimiento del cine palestino en una etapa revolucionaria inspirada por las nuevas olas cinematográficas contestatarias, en particular el Tercer Cine surgido en Latinoamérica. Este cine, profundamente político y militante, fue impulsado por la OLP (Organización de Liberación de Palestina), de la mano de la Palestine Film Unit fundada por los cineastas palestinos Sulafa Jadallah, Hani Jawhariyyeh y Mustafa Abu Ali. Cabe destacar la figura de Sulafa, considerada la primera directora de fotografía del mundo árabe tras graduarse en el Instituto Superior de Cine del Cairo y empezar a trabajar en el Departamento de Cine del Ministerio de Información de Jordania. Su increíble labor documentando la resistencia armada palestina y el día a día de la población en los campos de refugiados dio pie a proyecciones internacionales y a la creación del Archivo Cinematográfico de Palestina. Con un trabajo arduo este archivo comenzó a reunir todas las obras y el material audiovisual relacionado con Palestina desde sus inicios hasta las producciones realizadas por grupos de apoyo de todo el mundo invitados por la OLP (cientos de cineastas acudieron al llamado, entre los que figuran directores como Koji Wakamatsu o Jean-Luc Godard). La Palestine Film Unit dio paso al Palestine Film Institute con más equipo, salas de montaje y revelado y consiguiendo formar a nuevos cineastas palestinos (incluso viajando a Alemania Oriental y la URSS para estudiar). Lamentablemente, la vida de Sulafa se vió truncada muy pronto al recibir un disparo en la cabeza que la dejó paralizada, Hani moriría asesinado unos años más tarde por un bombardeo israelí y Abu Ali concluiría su trayectoria cinematográfica poco después tras documentar la masacre de Tel al Zaatar en 1976. Este cine militante siguió con fuerza de la mano de otros cineastas, entre ellos, Khadijeh Habashneh, la mujer de Abu Ali, que jugó un papel determinante en la clasificación del Archivo Cinematográfico de Palestina, y acabaría debutando cómo directora con los documentales ‘Children without childhood’ (1979) y ‘Women in Palestine’ (1981). Esta última pieza nunca vería la luz, ya que es aquí cuando llegamos a un punto de inflexión del movimiento de liberación palestino y del patrimonio artístico del pueblo palestino en su conjunto: la invasión israelí del Líbano.   

Palestine Film.

En 1982, las fuerzas israelíes invaden el Líbano para acabar con la OLP, dando inicio a una ocupación del país que duró hasta el año 2000. A pesar de los esfuerzos de muchos voluntarios por trasladar el archivo, no fueron capaces de esquivar al ejército israelí y el legado cinematográfico palestino volvía a ser expoliado. Durante años, cientos de películas y miles de fotografías que componían este archivo se dieron por perdidas, pero gracias a la perseverancia de cineastas palestinos y, en particular, a la búsqueda de la propia Khadijeh, se ha conseguido recuperar una pequeña parte de este archivo. En el documental ‘Kings and extras: digging for a palestinian image’ (2004), la cineasta palestina Azza El-Hassan se embarca sin éxito en un viaje por toda la región en busca de estos archivos. Lamentablemente, sería una directora israelí, Rona Sela, quien, en 2017, con su película ‘Looted and Hidden’, revelaría que la mayoría de los archivos se encuentran custodiados por autoridades israelíes como parte del archivo militar saqueado desde 1948 al pueblo palestino, junto a 38.000 películas (todo tipo de metrajes), 2,7 millones de fotografías, 96.000 grabaciones de audio y 46.000 mapas e imágenes aéreas.   

Hoy solo quedan escombros en el lugar donde se celebró el festival de cine de Gaza, el Red Carpet Human Rights Film Festival.

La Nueva Ola

Nuevamente el cuerpo cinematográfico palestino es mutilado y silenciado. Poco a poco, una nueva ola de cineastas tuvo que comenzar a recomponer la narración colectiva de Palestina. Los principales referentes de esta nueva ola son cineastas formados en occidente, muchos nacidos en tierras de la Palestina histórica (conocidos como palestinos del 48), ahora ocupada por el Estado de Israel. Ante un movimiento palestino secular muy debilitado, el fortalecimiento de los movimientos islamistas hostiles al cine y la violencia de la primera Intifada, las nuevas películas palestinas se alejan de la militancia revolucionaria y adoptan una óptica más individualista. Al tener un lenguaje audiovisual más estilizado y ser producidas con fondos occidentales, estas obras mantienen una mirada independiente a las grandes facciones políticas de la región y, sobre todo, consiguen resonar en el extranjero, particularmente en los grandes festivales. Michel Khleifi y Mai Masri darán paso a Hiam Abbass, Elia Suleiman, Hany Abu-Assad, Anne Marie Jacir y varias generaciones de cineastas que no dudarán en explorar toda la complejidad de la identidad palestina. Manejarán con destreza el drama humano para reflexionar sobre el compromiso político como en ‘The Teacher’ (2023) de la directora Farah Nabulsi, la comedia absurda de Elia Suleiman para afrontar el exilio, el realismo mágico para hablar del amor y criticar el fundamentalismo de Hamas en ‘Gaza mon amour’ (2020) de los ‘refrescantes’ hermanos cineastas gazauis Arab y Tarzan Nasser, e incluso abordarán el cine de género para lanzar una advertencia al mundo con la pieza distópica ‘In Vitro’ (2019) de la artista Larissa Sansour. Y, sobre todo, volverán una y otra vez a poner en primer plano la memoria. La directora Lina Soualem (hija de la actriz por excelencia del cine palestino Hiam Abbas) presentó este año en España su última película ‘Bye Bye Tiberias’ (2023) en la que recupera con cariño y elegancia las memorias dispersas de varias generaciones de mujeres palestinas de su familia marcadas por el exilio a través de relatos e imágenes de archivo. Su intención era no solo conectar a las diferentes generaciones de su familia sino, también, reconectarlas con la memoria colectiva del pueblo palestino. Afirmaba que tratar historias personales en el contexto palestino es muy importante, ya que la tendencia a homogeneizar a este pueblo puede llevar a la deshumanización. El mismo Elia Suleiman, a quien la Filmoteca Española dedicó una retrospectiva este mes de enero, inició su carrera cinematográfica con ‘Introduction to the end of an argument’ (1990), un documental experimental formado por imágenes de archivo resignificadas para elaborar una crítica a la mirada colonial sobre Palestina.   

 ‘Gaza mon amour’ (2020)
Foto de la cineasta Sulafa, considerada la primera directora de fotografía del mundo árabe.
Elia Suleiman.

Una masacre televisada

En las últimas décadas la situación no ha hecho más que empeorar. Del desencanto de unos acuerdos de Oslo insuficientes, a la guerra contra el terrorismo yijadista de Estados Unidos, la comunidad palestina quedará aún más fragilizada. Los 2000 se caracterizaron por la segunda Intifada, el desarrollo desenfrenado de los asentamientos israelíes en Cisjordania, el abandono creciente de Palestina en la esfera internacional, la corrupción de la Autoridad Palestina, el aislamiento de Gaza y la consiguiente radicalización de Hamas, los bombardeos de la Franja y la invasión del Líbano por el ejército israelí. Sin embargo, las iniciativas culturales en Palestina se multiplicaron, favoreciendo el desarrollo de una nueva mirada del pueblo palestino a través de la lente en su propia tierra: se estableció el Freedom Theatre del cineasta Juliano Mer-Khamis en el campo de refugiados de Jenin, la organización Shashat Women Cinema, el grado de cine de la Universidad Der Al-Kalima de Belén, la institución Palestine FilmLab, la muestra anual Palestine Cinema Days, decenas de cineclubes y proyecciones… Los cineastas palestinos ciudadanos del Estado de Israel consiguieron también hacerse un hueco en la industria israelí a pesar de los intentos de asimilación del gobierno y surgieron colaboraciones entre cineastas israelíes comprometidos y palestinos cómo en los documentales ‘5 cámaras rotas’ (2011) y ‘No other land’ (2024).   

‘No other land’ (2024).   

Hoy, nos encontramos en otro punto de inflexión, debido a la magnitud de la destrucción y la posibilidad de una escalada regional del conflicto. Una vez más, Palestina se encuentra a la merced de las decisiones de actores extranjeros y, más que nunca, bajo la mirada atenta y avergonzada del mundo. Como rezaba el poema de la poeta palestina Rafeef Ziadeh, el cuerpo palestino “es una masacre televisada”. Cuando los vídeos de Tik Tok de soldados israelíes bailando y bromeando mientras vuelan barrios enteros de Gaza y los vídeos de GoPro de las operaciones militares de las Brigadas Al Qassem obtienen millones de visitas, es imperativo escuchar las voces de los y las artistas que resignifican las imágenes de guerra, rescatan la memoria y reflexionan sobre la tierra en la que deben coexistir cómo iguales le pese a quien le pese.          

‘5 cámaras rotas’ (2011).
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