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‘Colossal’ y ‘Verano 1993’ ya en cines

30/06/2017

Dos indies españolas tan distintas como imprescindibles

“Cuando una mujer se emborracha en New Hampshire, miles de personas mueren en Seúl” (por el ataque de un monstruo gigante). Esta era la premisa, la antorcha, de la última película de Nacho Vigalondo, en la que se pueden rastrear influencias no solo de los kaiju- eiga tipo Godzilla, sino también de ciertas comedias estrambóticas como la coreana My Sassy Girl (Kwak Jae-young, 2001), en la que se produce un apoderamiento de la acción por parte de la chica protagonista. 

En Colossal, Gloria (Anne Hathaway) decide dejar Nueva York y volver a su ciudad natal tras haber perdido su trabajo y su novio. Pero, cuando en las noticias informan de que un monstruo gigantesco está destruyendo la ciudad de Seúl, se da cuenta de que está relacionada con esos extraños sucesos. Para evitar que la destrucción vaya a más tendrá que averiguar el papel de su insignificante existencia en un evento tan grande que podría cambiar el destino del mundo.

A caballo entre una película indie y el cine catastrófico de monstruos, Colossal es la última muestra del talento inclasificable de Nacho Vigalondo, quien sigue labrándose una carrera coherente y en ascenso como director y guionista. Conversamos con él acerca de los rasgos estilísticos de su último filme, tales como las múltiples ventanas que se abren a la realidad, el costumbrismo de sus localizaciones o el blocking de las secuencias con los actores.

Además de Vigalondo, también el director de fotografía del filme, el suizo Eric Kress, nos  ayudó a entender el nuevo largometraje del director cántabro. Puedes encontrar ambas entrevistas en Cameraman 92.

Bien distinta es la propuesta de Carla Simón en su opera prima, Verano 1993, que tras su exitoso recorrido por festivales de todo el mundo,  llega a los cines españoles. La película arrasó en el pasado Festival de Málaga con 5 premios (incluido el de Mejor Película), además de llevarse premios importantes en Berlín (Mejor Opera Prima) o Buenos Aires (Mejor Dirección y Premio del Público). 

El director de fotografía del filme, Santiago Racaj, nos cuenta en Cameraman 92 cómo trabajó en un ámbito de espontaneidad e improvisación en esta película: «En Verano 1993 el tiempo era muy cambiante: podías empezar con unas condiciones climáticas y acabar con otras. Las niñas podían responder de forma muy diferente según su estado de ánimo y si se divertían o no. Podía ocurrir cualquier cosa cada día. Lo que solía hacer era tener las secuencias pensadas para no intentar ser brillante en un momento concreto, como en el momento inicial o en el plano corto, y luego no poder continuar.

Realmente, sacrificaba muchas cosas a nivel fotográfico, pero aseguraba que la secuencia podía empezar de una manera y acabar de otra totalmente diferente sin que se resintiera la continuidad. En realidad, Verano 1993 está iluminada prácticamente en su totalidad: no hay ni un solo plano sin iluminar o intervenir para poder asegurar que la película se podía rodar en continuidad, con un raccord aceptable. Recuerdo que Carla me puso de referencia Ponette, de Jacques Doillon, con fotografía de Caroline Champetier. Tuvimos curiosidad por ver cómo estaba rodada y vimos y analizamos un documental sobre la película. Me di cuenta de que la operadora había iluminado totalmente la película. Hay exteriores, interiores naturales sencillos, nada de sofisticación, pero viéndola aprecias que tiene una iluminación constante. Te das cuenta de que, rodando con niños, sin saber a dónde va la deriva de la secuencia, tienes que asegurar. Decidí que esto era lo que tenía que hacer…»

 

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