Entrevista a Ramiro Civita ADF, Director de Fotografía de El Invierno
La opera prima de Emiliano Torres mezcla drama rural, ensayo generacional y western patagónico
Ese scope y esos paisajes nos retrotraen a los códigos de un western, parte de lo que muestra esta claustrofóbica historia, donde “solo uno de los dos puede quedar vivo en este lugar”. ¿Qué claves visuales pactaste con Emiliano Torres a la hora de dar imagen a esta historia?
Así es. Aunque preferiría no rotular la película dentro de un estilo determinado, en su segunda parte la historia desarrolla un estilo que podríamos llamar “western patagónico”. En cuanto a las claves visuales, nada mejor que basarnos en nuestra propia experiencia, especialmente la que pudimos vivir durante el período de búsqueda de locaciones, en el que la inmensidad de los espacios, la soledad en la que viven los “capataces” de estancia, la escasez de recursos, el aislamiento en el que viven muchos de ellos, sumados al frío y el omnipresente viento son los elementos predominantes.
Siendo una historia de silencios, ¿cómo has apoyado la narración en el trabajo de cámara?
Creo que, si ha existido un aporte respecto al trabajo de cámara, el más determinante ha sido lograr una puesta en la que los tiempos de cada plano se desarrollasen sin forzar el ritmo de corte, ayudando a lograr una sensación de tiempo real y a la vez sin recurrir al plano secuencia. Durante el invierno, entre la baja elevación solar y la geografía montañosa de la región, las jornadas de trabajo eran especialmente breves, lo que obligaba a ser extremadamente rápidos y efectivos en las puestas.
Si bien nos gustaría presumir de haber aplicado una técnica determinante para lograr imponer un estilo al film, la misma Patagonia se ha encargado de enseñarnos cada día a enfrentar con total humildad las condiciones que nos ha ido presentando. Sería injusto por lo tanto no adjudicarle a ella el mérito de lo que hemos logrado retratar.
Habéis capturado dos estaciones. ¿Cuánto duró el rodaje? ¿Dónde estaba la base establecida en esas desiertas localizaciones?
El rodaje se realizó en dos etapas. En la primera, durante el invierno, se rodaron dos semanas. En la segunda, en primavera del mismo año se rodaron otras cuatro semanas.
La planificación de cada jornada ha sido crucial en la realización de este proyecto, especialmente considerando que la estancia donde rodamos no contaba con electricidad y que nuestra base operativa estaba en un pequeño poblado (poco más de 1500 habitantes) a una hora de viaje de la locación.
¿Teníais algún camión o transporte móvil de gestión de datos y algún pre-etalonaje en set, para ir viendo el material y dejar establecido el look?
No teníamos ninguno, ¡apenas contábamos con los medios necesarios para transportar al equipo técnico!
El acceso a la locación no era fácil debido a lo irregular del terreno, especialmente durante el invierno. Contamos con un data manager que se ocupó de la bajada, control, duplicación y trascodificación de la data y, como era de esperar, debido a la falta de electricidad y las distancias entre set y la estación de trabajo, la logística operativa no era simple. Por este y otros motivos decidimos no realizar pre-etalonaje. Como método de control, revisaba ocasionalmente material al final de cada jornada una vez regresado al hotel.
El director, sin embargo (y nunca logré descifrar si fue por estilo o puro terror), prefirió no visualizar nada hasta finalizado el rodaje.
Rodaste con Alexa, imagino que en parte por la dureza de Arri para rodar en parajes extremos. ¿Con qué ópticas la combinaste?
Así es. Hemos rodado con Arri Alexa, aunque en un principio no era nuestra primera opción.
Sabíamos que la movilidad, autonomía energética y la confiabilidad serían cruciales en situaciones tan extremas. De todos modos, y a pesar de ciertas incomodidades desde lo práctico, la cámara ha soportado bien la inclemencia de los elementos.
Tras una serie de tests, decidimos utilizar dos series de ópticas fijas: Cooke y Zeiss. El director se inclinó por un set y yo por otro, así que dirimimos la diferencia de manera salomónica.
Hubo total acuerdo, sin embargo, a la hora de elegir el zoom que utilizamos en algunas ocasiones.
No utilizamos filtración mas allá de lo necesario para lograr una exposición adecuada. En cuanto al grado de difusión, podríamos decir que no por casualidad formaba parte integral de la generación de ópticas con la que contamos.
¿Cómo diferenciaste el verano y el invierno en la película, cada vez más distante uno del otro a medida que avanza la historia? ¿Lo marcaste en el etalonaje?
El tratamiento de la imagen durante el rodaje ha sido prácticamente idéntico en ambas estaciones. La diferencia fundamental de la estética está determinado a través de las diversas condiciones climáticas que cada una presenta. En el etalonaje, se intentó seguir la continuidad del relato a medida que se sucedían las estaciones, pero siempre en búsqueda de la máxima naturalidad.
¿Qué escena o secuencia supuso mayor dificultad en este ya de por sí duro rodaje?
Recuerdo varias escenas que exigieron total entrega por parte de todo el equipo. Entre ellas, las filmadas en la tranquera al ingreso de la estancia que estaba situada a unos 300Km de la estancia en la que se rodó el film. Es en el medio de un altiplano a unos 500mts de altura, en donde no solo el paisaje parece no tener fin, sino en donde soplan fuertes y gélidos vientos haciendo la estadía allí casi insoportable. En invierno, intentamos rodar lo más rápido posible todas las escenas que allí transcurrían, y a pesar del sol las condiciones parecían antárticas.
En las escenas que allí se rodaron durante la primavera las cosas no fueron más fáciles, la jornada presentó en el lapso de pocas horas todas las condiciones meteorológicas posibles imaginables: sol, neblina total, nubes, lluvia, sol… Creo que todo el equipo respiró aliviado cuando finalmente lograron escapar de allí.
¿Cuál es tu próximo proyecto para cine?
A pesar de no considerarme supersticioso, con los años he aprendido a no anticiparme a los hechos. Puedo sin embargo mencionar que, si los vientos llevan las cosas a buen puerto, hay en curso proyectos que podrían concretarse en ambas partes del océano Atlántico, aunque lamentablemente todavía lejos de la península ibérica.
Aprovecho la ocasión para mandarles mis saludos a todos los colegas en España.