Josep María Civit, Premio Gaudí a Mejor Fotografía
Por su trabajo en ‘El Rey de La Habana’
AUTOR: Sergio F. Pinilla
Doce nominaciones a los Premios Gaudí y tres nominaciones a los Goya (entre ellas la de Mejor Fotografía) hacen parcial justicia a una de las mejores y más difíciles producciones españolas del 2015. Adaptación fidedigna de la narrativa de Pedro Juan Gutiérrez, El rey de La Habana levanta en imágenes el “Periodo Especial” que se vivió en la Isla tras la caída del bloque soviético y el embargo de Estados Unidos. Fugitivos, indigentes, prostitutas y otros excluidos sociales son los protagonistas escogidos por Agustí Villaronga para contar una historia de amor y supervivencia a la intemperie, muy alejada de aquellos ideales de la Revolución Cubana.
Pocos directores de fotografía pueden esgrimir una carrera tan variada y sólida como Josep Mª Civit. Colaborador de cineastas como Calparsoro, Fesser, Bigas Luna o Villaronga ahora, ha trabajado también con míticos transnacionales como Paul Leduc o Monte Hellman. Las imágenes de El rey de La Habana resultan en gran parte sinceras gracias a su talento y al perfecto entendimiento que se produjo con Agustí Villaronga y el resto del equipo de la película. De la cordial conversación que mantuvimos con el DoP barcelonés extrajimos la precariedad de las fuentes de iluminación en la época que transcurre la película y la verosimilitud de la fotografía como vectores guías de su trabajo para esta película.
Josep María Civit explica cómo llegó a formar parte de este proyecto:
«En la cinematografía española, los tiempos de preproducción son un concepto impreciso, en el sentido de que no todo el tiempo empleado es retribuido, a menudo se empieza a preparar antes de la incorporación laboral retribuida incluso. En el momento en el que el director te comunica su intención de que te encargues de la fotografía de su película, es cuando empieza “el viaje” y entonces yo ya me siento en preproducción. El director te entrega el guión para que tú lo interpretes desde el punto de vista de las imágenes, por eso yo considero que mi trabajo empieza a partir de la primera lectura del guión, aunque todo este periodo no esté retribuido. En El rey de La Habana esto se produjo en el mes de diciembre del 2014, y el rodaje empezó en Marzo 2015″.
Es importante destacar las localizaciones donde se tuvo que rodar finalmente la película para valorar el trabajo de diseño de producción y fotografía. El director de fotografía lo explica así:
No participé en la búsqueda de localizaciones; estas se habían hecho antes en Cuba. El problema fue que el argumento, basado en la novela homónima de Pedro Juan Gutiérrez, sigue siendo políticamente incorrecto para el actual Régimen Cubano. Y como habrás visto, no es que se trate de una película que aborde temas políticos, pero sí que tiene una historia protagonizada por indigentes, fugitivos, prostitutas y travestidos, en la que el protagonista es un menor de dieciséis años que es una bomba sexual, quien además, en un momento de la película, reconoce que no sabe leer ni escribir. Este argumento para el Régimen Cubano fue peor que si hubiésemos hecho una película de cariz político. Por eso, aunque siempre se tuvo la esperanza de poderlo hacer, fue imposible rodar en Cuba… En diciembre del 2014 se decidió rodar en la República Dominicana, lo que obligó al director Agustí Villaronga a hacer un arduo ejercicio de reciclaje mental y a buscar sobre el terreno y con la ayuda de un location manager los lugares en los que finalmente se rodó la película, poniendo como condición inexcusable que los actores fuesen cubanos, manteniéndose por lo tanto el casting original. Dominicana fue un fondo de estudio, pero es una película profunda y visualmente cubana. Estas localizaciones se hicieron con Alain Ortiz, el director artístico, que es quien fue asesorando a Agustí para superar con éxito la decepción, profesional y sentimental, que para él supuso no rodar en Cuba. Cuando llegamos, las localizaciones ya estaban cerradas y lo único que tuvimos que hacer fue adaptar todas las entradas y salidas, todos los raccords de interiores con exteriores. Pero para esto Agustí es muy bueno, hace valer su experiencia pasada como director artístico y es capaz de hacer entrar a una persona en una localización y de recibirlo en otra distinta, habiéndolo rodado dos semanas más tarde.
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