La expresión cinematográfica en el documental
‘Trinta lumes’ de Diana Toucedo inauguró el ciclo de la Academia
Como nos decía Lara Vilanova, directora de fotografía de Trinta lumes, cuando la entrevistamos para Camera & Light #100, todo apunta a que al menos parte del futuro del cine, o del género documental, está en el híbrido entre el documental y la ficción: «Yo creo que, como decía Reygadas, no se trata de obsesionarte por la técnica y que lo prioritario es el lenguaje: qué estamos diciendo, cómo lo expresamos. Hay muchos directores de documentales que lo están haciendo. Por eso te digo que lo interesante ahora es el híbrido: coger esa pasión que nos transmitió Pedro Costa con el docuficción y reflexionar sobre qué es un documental y qué es una ficción. En un documental se edita, hay una mirada y un cuadro. Ahora estamos viendo en películas como Roma de Cuarón cómo improvisa, en muchos momentos no les dice a los actores lo que va a hacer. Yo creo que de alguna manera terminará siendo el futuro.»
TRINTA LUMES / THIRTY SOULS (trailer) from Diana Toucedo on Vimeo.
La expresión cinematográfica que reside en el género documental es el motivo de un ciclo de la Academia de cine que comenzó este jueves con la película de Diana Toucedo, quien explicaba cómo el acercamiento a la ficción se produjo de una manera muy natural en el proceso de construcción del documental: «Al principio queríamos una mirada observacional, pero cuando Alba, la niña protagonista, nos introdujo en la casa abandonada por primera vez, para mí la película comenzó a abrirse hacia otro terreno. Ahí me di cuenta de que podía abrirse a la ficción». Alba jugó entonces con su amigo dentro de la casa a una especie de escondite y desapareció, «la persona me estaba construyendo al propio personaje».
La estructura de Trinta lumes parte de lo natural, como aportó la montadora Luisa Ortega. La directora, que es gallega, entendió desde un principio que el tiempo de la narración debía estar en torno a los meses de octubre y noviembre, con San Maín, el Halloween gallego. «Ese replegarse de ese pueblo podía ser todo lo contrario, como un abrir a todos los terrenos. También supe que debía rodar el resto de estaciones para que el paisaje fuese un personaje que vinculase el terreno y sobre todo lo dramático.»
En la narración hay dos elementos clave, el tiempo y la muerte. «En esta zona se entiende el tiempo no como algo lineal, sino que puede estar trenzado o por capas, de ahí la idea de la vida y la muerte, de los antepasados que están muy en el ahora». De ello llegó la idea de la narración circular, que también apela a las estaciones del año. El sonido, uno de los elementos más destacados de la película, se ha trabajado también de una manera muy vinculada a la ficción.
La estructura de la película se realizó con la montadora Ana Pfaf: «Creamos una especie de mapa donde las imágenes se conectan como imanes, y las relaciones emergen de una unión entre las imágenes o secuencias, y los ecos que eso va produciendo, creando una línea emocional».
Destaca Luisa que la película respira de una manera muy orgánica entre los elementos, entre la vida y la muerte: «En Galicia lo normal es que lo mágico y lo real estén ya de manera natural, yo me he limitado a captarlo, eso ha sido lo más fácil de ensamblar», contesta Diana.
En cuanto a la narrativa visual, los planos sostenidos sobre los personajes infantiles fueron muy trabajados con Lara Vilanova para crear una idea de presencia desde la cámara, una especie de ente que hace que entremos en ese espacio, llevándolo a transgredir hasta límites como el uso de un gran angular en los primerísimos planos que incluso casi deforma los rostros. «Queríamos entrar en todo esto a través de los niños, por eso buscábamos esa proximidad. Con los adultos hay otra distancia, porque tienen otro universo, de hecho suelen estar en silencio. Con los niños queríamos que hubiera una permeabilidad entre lo que el espectador puede llegar a sentir y lo que ellos sienten.»
El ciclo se completará con otros títulos como Ainhoa: yo no soy esa, otro estupendo documental dirigido por Carolina Astudillo. Diana, que mencionaba como referentes a Naomi kawase o Chantal Akerman, pero también a cineastas de su generación como Lois Patiño, hablaba de esta nueva generación de documentalistas así: «Somos una generación que compartimos, no competimos».