‘Los tonos mayores’: Descifrando los tonos del misterio
Con motivo del estreno de la ópera prima de la argentina Ingrid Pokropek en los cines de España, conversamos con la directora de fotografía Ana Roy
Una adolescente se ve envuelta en una intrigante trama al experimentar pulsaciones inusuales en su muñeca tras una operación quirúrgica. Desencadenando así una búsqueda emocional y misteriosa. La película navega entre lo emocional y lo inexplicable, entre las formas en que las personas enfrentan la soledad, el vacío, la enfermedad y la singularidad durante la compleja etapa de la adolescencia. La ausencia que marca su vida se entrelaza con su pasado traumático, tejiendo un vínculo invisible que se revela gradualmente. En palabras de la directora “en la película hay muchos secretos entre ella y su padre, muchas cosas que aún no se han hablado”.
Destaca por su estilo visual colorido, con una fotografía saturada y colores vibrantes que enriquecen la experiencia cinematográfica y hacen de este largometraje, una obra única y diferente.
Autora: Irene Cruz
“Los Tonos Mayores” se presentó el pasado febrero en la sección Generación KPlus de Berlinale y en el Festival de Málaga donde ganó el Premio Biznaga de Plata a Mejor Película Iberoamericana, y su protagonista, Sofía Clausen, ganó el premio a la Mejor Interpretación Femenina. Esta es una película de guerrilla y bajo presupuesto que sorprende por la juventud de su equipo. Dirigida por una jovencísima (y talentosísima) Ingrid Pokropek, y un equipo liderado mayoritariamente por mujeres.
Se trata de una co-producción de origen argentino (Gong Cine, 36 caballos) y español (Jaibo Films) que cautivó a la audiencia más joven. Nos adentramos en esta fascinante obra con la enérgica directora de fotografía Ana Roy, una joven de tan solo 25 años, cuyo ímpetu, entusiasmo y pasión por su carrera reflejan su prometedor futuro en la industria del cine.
ENTREVISTA A ANA ROY, DIRECTORA DE FOTOGRAFÍA
¿Cómo se planteó el rodaje de esta película inicialmente?
“Los Tonos Mayores” se empezó a filmar en verano de 2022. El equipo se empezó a conformar con personas que tenían muchas ganas de ser parte tanto del equipo técnico y artístico como del organizativo, a pesar del bajo presupuesto con el que contábamos. En Argentina la gente joven tenemos una manera particular de organizar el cine independiente. Por un lado, es una restricción, pero, por otro lado, es una gran ventaja. Es una película que, por su forma de financiación escalonada, tuvimos que rodar por partes, según íbamos teniendo recursos.
Hubo una primera tanda de rodaje, más larga y continua, más parecida a un rodaje al uso, con plan acotado y organizado de semanas sin parar. Ahí se filmó la locación principal: la casa Ana y de su padre. Era la casa de la familia de la directora, por lo tanto, teníamos mucha libertad para experimentar. Se trataba de un lugar muy controlable que determinó el eje central de la narración visual. Con ese primer rodaje la película empezó a ser “su propia referencia”, nos ayudó a entender de qué manera, lo que faltaba, se tenía que relacionar con esa ‘locación’ inicial.
Después nos enfrentamos a la segunda parte más descontrolada: salir a los exteriores y encontrar o intentar recrear el mismo mundo de colores, el estilo de alguna manera, para crear este universo que es la película. Eran lugares mucho más difíciles de iluminar, por ser reales, con tiempos más limitados, con permisos difíciles.
En este sentido creo que, algo que es una limitación, digamos, de no poder filmar en un mes continuo, terminó siendo una ventaja absoluta porque nos dio tiempo para reunirnos e idear, localizar con mucho tiempo.
En cuanto a lo que quería contar la directora con esta película, ¿Cómo te transmitió su visión para que tú la tradujeras en imágenes y qué enfoque fotográfico decidiste utilizar para ello?
En la práctica, empezamos por reunirnos a leer juntas el guion, tuvimos un momento de lectura súper intensivo, un intercambio de ideas. Ya había trabajado como eléctrica en uno de sus cortos que me sirvió para tener un primer contacto con Ingrid. Ella me transmitió mucho su universo personal: esos colores saturados, el mundo de la infancia, el movimiento “pop”, el mundo Nikelodeon, los años 90, su forma de vestir. Luego pasamos a analizar Buenos Aires, la vida de una niña en esta ciudad. Otra de las ideas que me transmitió Ingrid fue que no quería despegarse demasiado de la actualidad.
El color es un elemento muy importante en la película, por lo que también empezamos a marcar el guion directamente con colores.
En cuanto a mi enfoque fotográfico: de todos estos materiales y propuestas salpicadas preparé mi propuesta. Desde el principio, confié en el lenguaje cromático: niveles altos de saturación y contraste. No queríamos centrarnos en el estilo del cine indie típico, que se centra en el ámbito más íntimo del personaje: de planos más desaturados, poca profundidad de campo, cámara en mano… nuestras referencias eran radicalmente diferentes, tiraban más del cine de ciencia ficción, de cine más de género. Los espacios, las habitaciones, la ciudad eran muy importantes y también tenían un peso narrativo grande. Y para ello nos apoyamos sobre todo en una iluminación con colores primarios principalmente.
¿Alguna referencia especial que manejasteis?
Yo puse en la mesa como referencia la película ’20th Century Woman’ (2016), por el uso del color y el contraste, la imagen no lavada para contar una historia melodramática de distintas mujeres con niños. También fue un referente en cuanto a la escenografía. Nos inspiró para para decidir cómo iba a verse la casa de los padres de Ingrid: la cocina era completamente roja, incluso el techo y era muy difícil para rebotar luz. Decidimos pintar la pared gris medio. Esta película que te menciono, tiene un poco menos de contraste de lo que nosotras deseábamos. Nosotras fuimos un poco más a fondo, pero, sí, ese me parece un buen ejemplo, también porque hay momentos de fuentes de luz en cuadro, de contrastes de tonos cálidos con colores fríos: cian mayoritariamente, que eso también lo trajimos bastante para pensar en la iluminación, sobre todo de la ciudad de noche.
¿Cómo formaste tu equipo de trabajo? Ingrid nos comentó que estaba formado 100% por mujeres
Sí, y eso es algo de lo que me di cuenta después y me parece algo bueno, porque no es que tuve la voluntad necesariamente de decir “¡voy a elegir solamente mujeres!”. Pensé simplemente en las personas que ya conocía y que quería que fueran parte del equipo. Por ejemplo, la gaffer es Camila Scarzello, que es una gran amiga. Yo siempre fui foquista en rodajes, donde ella era directora de fotografía, siempre colaborábamos de alguna manera en posiciones distintas. Y de su mano vino la eléctrica Lucía Nicoli.
No es que empezáramos siendo todas amigas, sino que el rodaje estrechó nuestros lazos. La decisión de conformar el equipo fue desde el sumo profesionalismo, el pensar cómo y con quién. De personas que ya sabía que trabajaban muy bien. Por el lado de cámara: Lucila Rivas, que fue la foquista, que hizo un trabajo impecable. El equipo estaba todo el tiempo muy interesado en cómo se veía la película más allá de su rol específico. Eso fue increíble porque al final éramos muchas chicas empujando para el mismo lado. Hicimos mucha piña, profesional y personalmente. Eso es algo que no es tan fácil de encontrar, no pasa siempre.
¿Qué retos técnicos te has encontrado a la hora de rodar esta película? cuéntame alguna anécdota de algo en concreto y cómo lo solucionaste.
Como reto principal, es el planteamiento de cine de género fantástico o ciencia ficción que tiene la película, que necesita de mucho control. Teníamos que mantener de alguna manera la situación ideal y controlada que tuvimos en la casa, los planos de la ciudad tenían que ser acordes, había que poder configurar un mundo con ciertos parámetros. No teníamos posibilidad de tener fuentes de luz muy grandes, primero, por presupuesto, por el alquiler de la propia luz, y segundo, porque tampoco había medios suficientes de tener las localizaciones cerradas solo para el rodaje. Entonces sabía que el principal desafío fue entender y encontrar lo que ya había en la ciudad, que favorecía la apuesta y agregar lo menos posible, pero obviamente, agregar lo necesario (y posible).
Una anécdota: en un exterior noche había un lugar donde no teníamos permiso para poner nada y necesitábamos luz y color. Al ir al scouting nos encontramos que había una esquina de un restaurante que se llamaba “Milanga” (igual es innecesario decir el nombre hehe) y tenía como una luz un poco extraña, pero que de repente dijimos, “che, esto puede funcionar” y fuimos, medimos con el fotómetro, la luz era suficiente, entonces resolvimos hacerlo con eso y simplemente pegamos un difusor a la luz de la esquina.
Y muchas veces eran resoluciones así divertidas de buscar locales o usar una luz de un semáforo o de algún cartel luminoso. En otra ocasión recuerdo que fui a una localización durante más de 6 horas a observar la luz, con el fotómetro, y tomé muchísimas notas… aún las conservo. Y aunque aparentemente eso puede parecer aburrido, o una condena, me fui de allí pensando que era la persona más feliz del mundo, de haberme pasado un buen rato tan solo viendo la luz entre los edificios, y que amaba mi trabajo.
¿Qué cámara y qué lentes usaste?
La Cámara que usamos acá es la RED Weapon 8 K. Y las lentes: ARRI ultra prime. Un equipo de muchísima calidad y resolución.
La decisión tuvo que ver primero por la disponibilidad de los equipos que son los de la facultad en la que estudiamos y donde Ingrid también da clases. Inicialmente queríamos una Scarlett solamente por una cuestión de resolución, porque el material pesara menos. Y de repente, a pesar de ser una película súper independiente, necesitábamos una cantidad de discos y de espacio descomunal. Ahí hubo que responder, no pudimos hacer otra cosa. Porque no podíamos rodar con menos resolución y perder los angulares básicamente. Tampoco queríamos optar por reducir la definición y resolución y perder nitidez. Decidimos ir a favor de eso, tomar algo que en principio parecía un enemigo como una característica, pensé “vamos a ir a favor de ella y vamos a aprovechar el color y el estilo que podemos generar que casa muy bien con el planteamiento visual de la película”. También añadimos un filtro muy suave, un Hollywood Black MAGIC de 1/8. Era el mínimo, para que nos ayudara a matchear algunos lugares.