MEN: terror y belleza estética en la campiña inglesa
Entrevista al director de fotografía Rob Hardy ASC BSC sobre la fotografía de la nueva película de Álex Garland
AUTORES: SERGIO F. PINILLA, NADIA MCGOWAN
Tras sufrir una tragedia personal, Harper se retira sola a la hermosa campiña inglesa, con la esperanza de haber encontrado el lugar ideal para curarse. Pero algo o alguien parece estar acechándola. Lo que comienza como un pavor latente terminará convirtiéndose en una auténtica pesadilla, habitada por sus recuerdos y miedos más oscuros.
El actor Rory Kinnear, en dos de los ocho papeles que interpreta en el film: el del “casero” Geoffrey y el del policía. El enfoque en planos cortos, casi siempre selectivo.
Men es una película de terror polimorfo, que lleva el rostro de Rory Kinnear y también el de Jessie Buckley, la actriz anglosajona más en forma del momento. Tras las cámaras están los talentos del cineasta Alex Garland y del DoP Rob Hardy, quienes rodaron la película en seis semanas, de manera muy intuitiva, dejándose llevar por la potencia de la historia. En Camera & Light edición de julio conversamos con el director de fotografía británico, todo disposición y entusiasmo, quien compartió con nosotros las claves técnicas y artísticas del particular look que posee el film. A continuación te ofrecemos un avance de la extensa entrevista con el DOP que podrás encontrar en nuestra publicación.
De izquierda a derecha, Alex Garland y Rob Hardy
ENTREVISTA A ROB HARDY, DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA
Contextualicemos un poco: Men es la penúltima película que rodaste con Alex Garland, antes de Civil War y después de la serie Devs. La película se presentó en el último Festival de Cannes y se estrena ahora en España. ¿Cuándo y cómo empezasteis a trabajar en ella?
Alex y yo nos conocemos muy bien. De hecho, acabábamos de rodar Devs y Alex ya estaba pensando en hacer algo nuevo. Había escrito otra serie que resultaba algo profética en cuanto que predecía determinada situación política en EE.UU. Cuando esas cosas sucedieron realmente, cancelamos el proyecto y Alex empezó a escribir Civil War. Te estoy hablando de principios del 2020, un poco antes de que el mundo se detuviera por la pandemia. Así que ahí estábamos, con Alex y el guion de Civil War ya terminado, que además encantó a A24. Estábamos a punto de tener luz verde, reflexionando sobre cómo hacer una película de esas dimensiones durante las restricciones del COVID (yo había terminado una película durante ese periodo, The Man from Toronto, igualmente grande y difícil de rodar, pero que tenía detrás un estudio con los suficientes medios para llevarla a cabo en esos momentos).
Al final se decidió esperar un año más antes de empezar a rodar. Alex necesitaba acción y, de pronto, me escribió un día para que leyese el guion de una película de miedo que acababa de escribir. La historia me encantó, porque además soy un gran fan de las películas de terror y nunca había rodado un largometraje del género. Men es una obra escrita a través del instinto: Alex estaba muy frustrado, porque tardó nada menos que ¡5 días! en hacerlo y decía que el proceso había sido como ver una película de 90 minutos a cámara lenta, por no poder escribirla lo suficientemente rápido. En cualquier caso, todo sucedió muy rápido y no queríamos racionalizar en exceso la historia, sino hacer la película como la sentíamos, así que volvimos a A24 y terminamos rodando entre abril y mayo del 2021. Fue un rodaje muy breve, de unas seis semanas, y un poco al contrario que Civil War en cuanto a escala de epicidad. Sin embargo, yo te diría -y seguramente Alex estará de acuerdo- que es la película más difícil que hemos hecho, a pesar de las escasas localizaciones y de que solo son dos actores protagonistas (aunque uno se desdoble en ocho papeles diferentes).
Foto fija de la localización principal de la película
¿Por qué os resultó tan difícil de rodar entonces?
Aunque de la película se desprenda sencillez, pureza, era complicada de hacer desde un punto de vista logístico: el plan de trabajo era muy duro. Rodábamos de noche, pero en esos meses, en Reino Unido solo dispones de seis horas de oscuridad total. De manera que, cuando nos quedamos sin secuencias que rodar durante el día, nuestra jornada de rodaje se reducía a seis horas nocturnas, con efectos especiales muy complicados, además, porque cuando tienes claras las imágenes de las cosas que quieres que sucedan hacia el final de la película, por ejemplo, no las dejas escapar hasta que las consigues tal y como te las has imaginado. Además, estaba lo que te decía de los papeles de Rory Kinnear: un solo actor para ocho personajes diferentes, con sus cambios de caracterización y de vestuario respectivos.
A nivel de iluminación y de fotografía, ¿en qué se parece y en qué se diferencia Men de las otras películas de Alex Garland?
Desde la perspectiva del diseño, en todas las demás películas que hemos hecho Alex y yo, partíamos de universos creados desde cero. Sin embargo, la estética de Men puede resultar familiar para los espectadores del Reino Unido y de otros lugares del mundo. Lo que hicimos fue tomar algo conocido, como es la localización y la estética asociada a la campiña británica, y darle la vuelta.
En cuanto a los recursos cinematográficos, hay elementos y efectos visuales similares a nuestras anteriores obras. Supongo que, desde una perspectiva estilística de cámara e iluminación, es el mismo territorio que hemos pisado siempre, independientemente de la historia que contamos. No es algo consciente, pero creo que hay un vínculo visual entre todas nuestras películas, aunque no lo pretendamos…
Como director de fotografía, intentas poner un poco de orden alrededor del caos que se crea, porque las películas, esencialmente, son caos.
La secuencia en la que Harper (Jessie Buckley) llega en coche a su retiro en el campo, serpenteando por la carretera -un poco al estilo The Shining, de Kubrick-, resulta inquietante con la música bucólica y esas angulaciones en primer plano de ella conduciendo…
La película arranca con una visión un tanto bizarra de un suicidio. Para compensarlo, queríamos generar un poco de distancia, dar un respiro al espectador y conocer un poco el contexto geográfico y el paisanaje hacia dónde se dirige Harper. Se rompe con la ciudad y se llega a esa zona campestre o rural: ahí está el contraste. Pero no pensamos en exceso por qué rodarlo así. Fue una decisión más bien práctica, ya que necesitábamos elevarnos en el aire para mostrar el aspecto del paisaje. Así que nos quedamos con el plano muy abierto. Supongo que casi siempre que se ruede una secuencia con un helicóptero o un dron siguiendo a un coche a lo largo de una carretera rural habrá comparaciones con El Resplandor. Es inevitable.
En las notas de producción, Alex Garland destaca tu trabajo con el encuadre y las composiciones. ¿Podrías hablarnos de ello?
Como director de fotografía, intentas poner un poco de orden alrededor del caos que se crea, porque las películas, esencialmente, son caos. Aunque si te soy sincero, el encuadre es algo que, a mí, a nivel de composición, me viene instintivamente. En cuanto creamos el mundo y nos adentramos en él, empezamos a rodar. El encuadre es lo primero a lo que me aproximo y supongo que, a lo largo de los años, he desarrollado una estética, aunque no podría decirte en qué consiste específicamente. Creo que Alex y yo compartimos una concepción estética similar a la hora de encuadrar. Ambos sabemos inmediatamente si algo funciona o no.
A nivel práctico, siempre llevo una óptica en un visor y busco los encuadres antes de montar la cámara en el set. En algunos casos, el espacio ofrece tantos encuadres que es difícil seguirles el ritmo. En Devs, por ejemplo, pensábamos que quizás durante la segunda semana ya nos habríamos quedado sin nuevos planos que rodar, pero el espacio siguió ofreciéndonos alternativas. En el caso de Men, había localizaciones en las que podías poner la cámara en cualquier emplazamiento y resultaba siempre un cuadro precioso. Eran lugares fáciles de encuadrar. Sin embargo, algunas habitaciones me resultaron muy complicadas a la hora de iluminar y encuadrar.
El Hombre Verde y la Sheela-Na-Gig, iconos de la sexualidad masculina y femenina, que en Men metamorfosean hasta llegar a su insólito y muy terrorífico final.
¿Trabajaste con referencias?
La verdad es que no las necesitamos. Nos basta la relación que tenemos a la hora de armar la película. Al inicio del proceso, Alex y yo generamos un documento que incluye una selección de imágenes aleatorias que nos proporcionan una sensación visual de lo que será el primer acto, el segundo, el tercero. Pero nunca son imágenes de otras películas, de fotógrafos prestigiosos ni nada de eso. Antes que imágenes bellas o imágenes que transmiten un estado de ánimo, optamos por imágenes muy concretas. Una película implica mucha logística y queremos ser lo más concretos, prácticos y eficientes posible. Nuestras referencias suelen venir del guion y de las localizaciones. Pero, luego, la realidad es que solemos llegar -como también nos ha ocurrido en Civil War- con una idea y acabamos haciendo algo diferente, porque esa es la naturaleza de un rodaje. El rodaje te ofrece momentos maravillosos y no puedes dejar de reaccionar ante ello.
Tengo entendido que la película se rodó con la Sony Venice -salvo las secuencias ralentizadas que se hicieron con la Phantom Flex4K-. ¿Por qué elegiste esta cámara?
Cuando no ruedo en fotoquímico siempre tiendo a las cámaras Sony. Leen la imagen de una forma que me resulta veraz. Me gusta cómo responde su sensor. Además, la Venice tiene el modo Rialto en que el sensor se separa del cuerpo. Rodamos casi toda la película con un Stabileye, y un poquito con Steadicam.
También os decantasteis por ópticas Panavision Serie H…
Las ópticas eran cristal vintage, la serie H, que me dijeron eran la versión esférica original de lo que después fue la serie C, las anamórficas clásicas. Tienen una personalidad muy propia y hay un par de ópticas en ese juego que quizá sean las más bonitas que tiene Panavision en su inventario. Me gustó mucho trabajar con ellas. Algunas de esas ópticas te ofrecían además un viñeteado natural. Hay una en concreto que provoca un increíble flare circular. Utilicé esa óptica para presentar al cura en la iglesia, porque la imagen resultaba totalmente excesiva, y nos pareció lo adecuado para ese momento. Se trataba de usar el cristal para sacar más partido a la narrativa. En este aspecto, también optamos por la relación de aspecto 1,85:1. El 2,35:1, hoy en día, me empieza a resultar demasiado llamativo. Me da la sensación de que hay algo más sutil y mágico rodando en 1,85:1…
Lee la entrevista completa en Camera & Light #117
Más allá de su naturaleza cotidiana y terrorífica, Men tiene también un componente o un registro mágico, que además se refleja en la fotografía. Al final, y en realidad, la trágica historia de Harper es la de un amor que hiere, y que veja, hasta el extremo.
Ficha técnica
Cámara: Sony CineAlta Venice, Phantom Flex4K
Ópticas: Panavision Serie H
Relación de aspecto: 1,85:1
Equipo Técnico
Director: Alex Garland
Director de fotografía: Rob Hardy
Diseño de producción: Mark Digby
Vestuario: Lisa Duncan
Colorista: Asa Shoul
Música: Ben Salisbury y Geoff Barrow