Proyecto Lázaro
Volumen y Textura para un Futuro Incómodo y Blanco
En Proyecto Lázaro, Marc (Tom Hugues) sufre un terrible shock cuando, a sus treinta y dos años, le es diagnosticada una enfermedad cuyo pronóstico no supera un año de vida. Incapaz de aceptar su muerte, decide congelar su cuerpo antes de que la enfermedad deteriore su organismo. Le acompañará en este proceso su gran amor, Naomi (Oona Chaplin).
60 años más tarde, la institución Prodigy Health Corporation, gracias a inversores provados, consigue reanimarle. Aunque su resurrección viene acompañada de muchas complicaciones médicas, su cuerpo se aferra a la vida. Es el alma lo que resulta más difícil de curar, especialmente cuando tu única familia en este nuevo tiempo la encarna un equipo médico y tu pasado se empeña en volver a tu mente pese a estar tan borroso. Esta segunda oportunidad para Marc no se producirá de la forma idílica que él había imaginado.
En su tercera película como director, Mateo Gil firma una película de ciencia ficción que no esconde sus referencias, recordando inevitablemente a Malick, pero también a Claudia Llosa, autora que ha contado también con la producción de Arcadia Motion Pictures.
El filme se rodó durante siete semanas, mayoritariamente en Tenerife, hace ya casi dos años. Para el último número de Cameraman, #90, hablamos con algunos de los responsables del equipo técnico de este proyecto que ha contado con un presupuesto de siete millones de euros, un coste modesto para el género al que pertenece. Pau Esteve Birba, director de fotografía, Diana Cuyas y Jordi San Agustín, responsables de postproducción, y Lluís Rivera, coordinador de FX, han recordado para Cameraman cómo se desarrolló la parte técnica de Proyecto Lázaro.
Pau Esteve Birba, que ha afrontado aquí su proyecto de mayor envergadura hasta la fecha, nos habló de cómo se diferenciaron a nivel viaul los tres tiempos de la historia, esto es, la infancia de Marc, el pasado previo a la crionización, y el presente, ambiantado en un futuro 2084: «Sí, son partes muy diferenciadas. En la parte de su infancia, como lo que tenemos son los recuerdos de él, jugamos a trabajar con ópticas muy angulares y en posiciones de cámara bajas. En el presente, la cámara ya está más alta y las ópticas son intermedias, y en el futuro intentamos trabajar más con ópticas tele hasta el momento en el que Marc se ‘libera’. Para esa última parte volvimos a ópticas angulares.
Además, toda la parte del pasado y el presente la rodamos a 400ISO para que fuera mas nítida, mientras que el futuro, que aparentemente es un mundo perfecto, lo rodamos a 1600ISO para tener mucho grano e intentar sentir esa “incomodidad” que sufre Marc permanentemente.»
En cuanto al trabajo de postproducción, la colorista Diana Cuyas explica que, «a nivel de corrección de color, la parte del futuro es la que nos ocupó más trabajo, por un lado por la integración de todos los efectos digitales y, por otro, para encontrar el look que nos gustaba. Este look lo teníamos muy claro desde el principio con Pau y Mateo, queríamos un futuro poco digital, más bien orgánico».
El supervisor de VFX Jordi San Agustín, por su parte, nos explicó los detalles de este proyecto de casi un año de trabajo desde la preproducción hasta la entrega de los deliveries. «Toda la postproducción de imagen, esto es, conformado, VFX, color grading, mastering y deliveries se ha llevado a cabo en nuestras instalaciones»…»El grueso del trabajo de postproducción recae en la aproximación futurista. Los principales assets en la película en cuanto a CGI se refiere, fueron la maqueta del complejo Prodigy en el hall, el holograma de Marc en el que se describe la reconstrucción biónica que ha sido necesaria para su resurrección, el robot quirúrgico y su imagen holográfica en la sala de operaciones, los hologramas del laboratorio, y las extensiones en el almacén de cápsulas.»
Lee la entrevista completa en Cameraman #90