Roland Emmerich muestra en ‘Moonfall’ el lado oscuro de la luna
Se estrena este viernes 4 de febrero en cines
Todo el material gráfico cortesía de Diamond Films
Una fuerza misteriosa golpea a la Luna fuera de su órbita y la envía directamente contra la Tierra a toda velocidad. Unas semanas antes del impacto, y con el mundo al borde de la aniquilación, la ejecutiva de la NASA y ex astronauta Jo Fowler está convencida de tener la clave para salvar nuestro planeta. Pero solo el astronauta Brian Harper y el teórico conspiranoico KC Houseman la creen. Estos héroes organizarán una misión espacial imposible, dejando atrás a todos sus seres queridos, para aterrizar en la superficie lunar e intentar salvar a la humanidad, enfrentándose a un misterio de proporciones cósmicas.
“Hay quienes creen que la Luna no es un objeto natural”, afirma Emmerich. “Lo que me pareció una idea intrigante para una película. ¿Qué pasaría si ese objeto cayera sobre la Tierra? Por supuesto, tendríamos que ver cómo detenerlo, pero además me fascinaba el reto de crear personajes que se embarcan en una misión a la Luna para salvar nuestro planeta, así como las familias que se quedan atrás y luchan por sobrevivir a las catástrofes que conlleva el curso de colisión de la Luna con la Tierra”.
Emmerich, junto con su frecuente colaborador Harald Kloser y el guionista Spenser Cohen, elaboraron un guion que combina elementos de ciencia ficción, escenarios de catástrofes y personajes con los que uno puede verse reflejado.
Kloser, quien también es productor y compositor de la música de la película, señala el modo en que Moonfall encaja en la labor de Emmerich. “Nosotros queremos hacer reír y llorar a la gente con nuestras películas”, explica. “Es maravilloso lograr que el público ría al principio de la película, para que sienta que también está bien divertirse. Eso hace que los viajes de los personajes sean más emocionantes”. Se trata de un género que Roland inventó con Independence Day.
“Para esta película”, prosigue Kloser, “planteamos la idea de que la Luna cambiase de órbita y que fuese a estrellarse sobre nosotros, lo cual es una situación completamente abrumadora. Pero el espíritu humano no se rinde tan rápido. Siempre hay personas que superan su potencial, y nos gusta contar historias sobre gente normal que enfrenta situaciones completamente extraordinarias”.
Gran parte del trabajo de Emmerich trata también de las relaciones familiares, que están muy presentes en Moonfall. “Las dinámicas familiares no suelen ser fáciles, y en nuestra película prácticamente todas las familias están rotas”, comparte el director. “Pero este acontecimiento cósmico las une y las impulsa a comprender que la familia es lo más importante en sus vidas”.
La película está protagonizada por Halle Berry, Patrick Wilson, John Bradley, Michael Peña, Charlie Plummer, Kelly Yu, Carolina Bartczak y Donald Sutherland.
CUANDO LOS MUNDOS CHOCAN: FÍSICA, VFX Y MEGAESTRUCTURAS
Emmerich explora en la película su visión de la física de la singular megaestructura de la Luna. El guion y el rodaje implicaron largas discusiones entre los guionistas, los asesores científicos, el director de fotografía Robby Baumgartner y el supervisor de efectos visuales Peter G. Travers (que tiene formación en ingeniería).
El proceso de escritura del guion se entrelazó con la necesidad de mantener la física de la caída de la Luna lo más creíble posible, lo que acabó dando forma a la propia historia. “Nuestras primeras conversaciones con los científicos fueron sobre lo que ocurriría”, comparte Emmerich. “Hablamos con alguien que trabajaba en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de Pasadena, quien dijo algo muy interesante: si la Luna saliera de su órbita, pasaría de una órbita esférica a una elíptica, la cual se hace cada vez más pequeña hasta que colisiona. Eso fue lo primero que nos entusiasmó”.
“Luego nos enteramos de que, sin importar lo cerca que esté la Luna de la Tierra, la atracción gravitatoria siempre será la misma”, continúa. “Sin embargo, la Luna de la película no es una luna natural, así que quiere volver a su antigua órbita; está acelerando el motor. Jugamos un poco con esa aceleración”.
“Hubo ciertas suposiciones que tuvimos que hacer, como que la Luna es una megaestructura, por lo que no es un trozo de roca sólido”, explica Travers. “Su estructura interior tiene cierta densidad. Ha estado orbitando nuestro planeta a cierta velocidad y distancia. Tuvimos que averiguar cómo se mantuvo girando alrededor de la Tierra durante miles de millones de años hasta que un acontecimiento cambió repentinamente eso. La única manera de conseguir que la Luna se acercara a la Tierra era inyectarle de repente mucha más masa de la que tenía antes, lo que a su vez informó del desarrollo de una anomalía. Determinamos que, si una anomalía podía inyectar masa en la Luna, entonces es así como sucedería y le llevaría a estrellarse contra la Tierra».
El primer paso en el extenso proceso de efectos visuales fue la creación de una simulación física en Maya, el software 3D utilizado para efectos visuales, en el que Travers construyó un mini sistema solar.
La historia se desarrolla a lo largo de tres semanas, por lo que los realizadores crearon un universo en el que la Luna caería sobre la Tierra en ese lapso. “Una vez que tuve mi Luna física perfectamente configurada en una órbita armoniosa empecé a jugar con ella”, cuenta Travers. “Le inyecté masa, luego hice la simulación y representé todo. Teníamos que pensar cómo podía inyectar a la Luna toda esa masa, porque nada en el universo físico añade masa a un objeto así de repente”.
“Una vez hicimos las suposiciones sobre la masa, pudimos determinar su efecto gravitacional”, continúa Travers. “Calcular la gravedad entre dos planetas es extremadamente complicado; en física se denomina ‘el problema de los dos cuerpos’. Hay un momento cerca del final de la película en el que la Luna está tan cerca que ejerce una fuerte fuerza gravitacional sobre las personas que están allí, y por eso se producen todos esos efectos anti-gravedad”. Roland observó que los objetos y la gente no serían atraídos hacia arriba, porque cuando la Luna está saliendo, todo sería atraído hacia los lados, y de una manera muy poderosa. Roland pensó, “¡Ah, puedo divertirme con eso!”.
A pesar de todos los cálculos de física y de la magia de los efectos visuales, garantizar la verosimilitud científica también implicaba integrar las escenografías físicas y los efectos especiales. “Siempre hay que construir el primer plano de alguna forma y construir objetos”, explica Emmerich. “Sigo creyendo en los efectos prácticos porque constituyen el pegamento que mantiene todo unido. Ayudan a que el público se lo crea”.
El director de fotografía Baumgartner y Emmerich hablaron sobre la iluminación en las primeras fases del diseño visual. “Moonfall es un thriller de ciencia ficción de gran acción y energía, pero también se basa en los personajes”, nos cuenta Baumgartner. “Roland y yo hablamos de iluminar las escenas dramáticas basadas en la realidad con un estilo naturalista. No es lo que se espera en una gran película de ciencia ficción. Prefiero no utilizar un contraluz intenso o una luz de borde fuerte sin un motivo. Además, una vez en el espacio y en la luna, tuvimos muchas oportunidades de utilizar la luz y el color de forma más libre. También nos propusimos rodar con el extremo inferior de la cámara en términos de niveles de luz en ciertas escenas y forzar de verdad los medios digitales, dejando que las cosas se oscurecieran, lo que para mí fue emocionante”.
“Hay dos fases en la película, que abarcan las escenas terrestres y no terrestres”, señala el diseñador de producción Kirk M. Petruccelli. “El reto era tener dos visiones completamente diferentes y específicas de la narración y luego fusionarlas. En la Tierra, el concepto de Roland era mantenerlo muy real y sentido porque cada uno de estos personajes tiene algo que necesita compartir. Además, había que captar el acontecimiento de tal manera que no sólo se viera desde nuestro punto de vista, sino también desde el espacio. Es así de grande”.
Las secuencias de acción requirieron la coordinación entre Baumgartner, el supervisor de efectos especiales Guillaume Murray, Petruccelli y el coordinador de escenas de riesgo Patrick Kerton.
“Debido a la envergadura de la acción que se desarrolla en esta película, algunas escenas tuvieron que rodarse en escenarios de pantalla azul 360, porque el desastre enorme y catastrófico que se desarrollaba era un ballet de acción en vivo y CGI”, comenta Baumgartner. “En una de esas escenas hay una persecución en automóvil por las calles nevadas de Aspen mientras la luna se acerca a la Tierra. Los grandes planos panorámicos siempre estuvieron pensados para ser planos CGI, pero necesitábamos grabar a los actores y al automóvil en directo e integrarlos de forma convincente en los planos VFX que vendrían después. Así que el movimiento, el choque de los automóviles y toda la iluminación interactiva se lograban mejor en un escenario. Guillaume, el supervisor de efectos especiales, construyó una plataforma similar a un aerodeslizador para cada neumático de los coches, de modo que pudieran deslizarse, flotar, girar y chocar entre sí con facilidad y poco esfuerzo. Utilizamos dos grúas telescópicas con cabezas estabilizadas que tenían tres ejes. Con estas herramientas pudimos vincular el movimiento de los coches a la acción en unas amplias tomas CGI. Utilizamos los tres ejes de movimiento de la cámara para dar el efecto de que el automóvil se levanta del suelo o se estrella. Fue bastante efectivo”.
“Hubo bastante iluminación interactiva”, añade Baumgartner. “Ese fue uno de mis mayores retos cinematográficos al entrar en esta película y un elemento muy importante para integrar la acción en vivo con los elementos CGI. A menudo teníamos una Luna creciente que inicialmente comienza cálida como un amanecer, porque está muy cerca de la atmósfera de la Tierra, y luego necesitábamos hacer la transición a una luna azul fría que se eleva rápidamente y se vuelve cada vez más intensa. Hicimos un elaborado montaje motorizado que elevaba una fuente de luz LED RGB muy potente, sincronizada con la acción que se desarrollaba en los grandes planos generales de CGI. Además, había varias escenas con docenas de meteoritos que se estrellaban contra la tierra, así que necesitábamos crear la luz y el movimiento para sentir esta luz cálida y rápida sobre los actores y el plató. Mi gaffer, Eames Gagnon, mi asistente de grip, David Dinel, y yo intentamos varias formas para conseguirlo, pero al final la manera más eficaz fue perseguir las luces montadas a lo largo de todo el escenario en lugar de intentar mover físicamente una fuente de luz. Además de tener explosiones, faros móviles, iluminación… fue todo un entrenamiento”.
LOCALIZACIONES TERRESTRES
La parte terrestre de Moonfall está ambientada en Colorado, que recrearon en el escenario 3 de los Grandes Studios de Montreal. “Tuvimos seis semanas para crear unos dos kilómetros y medio de paisaje de Colorado”, comparte Petruccelli. “Contamos con un equipo de escenógrafos que utilizaron las tecnologías más nuevas para digitalizar, replicar y escanear cordilleras reales, disecarlas, reproducir exactamente cada una de estas secciones y revestirlas con las rocas que creamos en el set”.
«La gravedad -la atracción de la Luna sobre la Tierra- es uno de nuestros principales efectos”, continúa Petruccelli. “Si hay placas tectónicas a escala global, vas a tener masas terrestres cambiantes y terremotos, así que vas a tener trabajo de placas y piezas de decorado en movimiento. Todas las escenografías tenían que soportar vientos de alta velocidad, lluvia y nieve”.
Las grandes escenas de riesgo que tienen lugar en la Tierra tenían muchas partes móviles, literalmente, debido al efecto anti-gravedad de la Luna que se aproxima.
Bradley participó en algunas grandes escenas de riesgo, incluida una al principio de la historia, cuando un maremoto inunda el hotel en el que está dando una charla sobre megaestructuras. “Patrick Wilson y yo tragamos una gran cantidad de agua asquerosa ese día”, dice Bradley entre risas.
Recrear Los Ángeles en Montreal fue una tarea enorme. Petruccelli comenta, “Se construyó todo: la pista, las calles, todos los edificios. Lo que hizo que pareciera el auténtico Los Ángeles fueron los detalles. La decoración de las calles y los gráficos que crearon en todos los edificios fueron muy precisos. La destrucción fue algo muy especial, porque tuvimos que vestir el decorado tal y como sería y luego entrar y destruirlo nosotros mismos para que las cosas cayeran donde caerían de forma natural. No se trata de lanzar un montón de destrucción por todas partes. Empiezas con lo real, imaginas el evento catastrófico y luego lo destruyes, lo cual es divertido”.
EL VISTO BUENO DE LA NASA Y EL DETRÁS DE LAS CÁMARAS
La agencia espacial estadounidense, la NASA, se sumó al proyecto desde el principio, y Emmerich quedó más que satisfecho -y un poco sorprendido- por su entusiasmo. “Les pareció una idea interesante que retrata a los astronautas de una manera muy heroica”, señala. “Les intrigaba nuestra representación del espacio y los viajes espaciales, y se mostraron súper cómodos al permitirnos utilizar sus cohetes para la primera misión de reconocimiento. También utilizamos el logotipo oficial de la NASA, que da a la película cierta autenticidad, y nos ayudaron a compartir sus fotos de alta definición de la Luna. La NASA tiene cámaras muy sofisticadas allí arriba”.
Trabajar en un transbordador real tuvo un valor incalculable para los actores. “Estábamos pulsando botones que los astronautas reales habían tocado y equipos que habían utilizado para volar”, afirma Berry. “Además, un astronauta retirado, Bjarni Tryggvason, nos acompañó y nos enseñó todo, lo que nos permitió pulsar los botones que correspondían, en vez de pulsar al azar. Recibimos muchos consejos sobre cuándo pulsar qué y por qué hacer lo que se hace. Intentamos que fuera lo más auténtico posible”.
Como asesor del programa, Tryggvason ayudó a garantizar la precisión. “Le consulté sobre algunas de las operaciones del transbordador espacial que utilizan y sobre el lenguaje que usarían los personajes y cómo se mueven en el espacio”, observa.
Como los actores no trabajaban en gravedad cero, los cineastas tuvieron que encontrar una forma de simular ese efecto. “Volvimos a utilizar muchos de los sistemas antiguos”, comparte Kerton. “Guillaume desarrolló un sistema de desplazamiento de movimiento en el que podían desplazarse a lo largo, hacia arriba y hacia abajo, y girar utilizando un pequeño cardán en un sistema”.
El diseñador de vestuario, Mario Davignon, compara a Emmerich con un pintor que se centra en la composición del color y la iluminación para ayudar a crear autenticidad, junto con el espectáculo, la aventura y el entretenimiento que te mantiene en vilo.
Davignon estudió los trajes espaciales de la NASA y se inspiró en la realidad, “para inspirarse y comprender las necesidades técnicas de un astronauta”. Se aseguró de que los trajes fueran, sobre todo, funcionales. “Después, se juega con el diseño y el color”, señala. “Me senté con Roland para idear la iluminación. Elegimos los colores y los teñimos para conseguir exactamente el azul pálido que queríamos. Seleccionamos el naranja como color de contraste”.
Acertar con los detalles era primordial. “El público quiere conectar con algo, así que la emoción se vuelve más personal para el espectador”, continúa Davignon. “Por eso, para el vestuario de los astronautas me inspiré en algo real y luego lo adapté”.
Al final, Emmerich, sus actores y los jefes de departamento han elaborado una película de ciencia ficción de catástrofe con efectos visuales espectaculares. Al mismo tiempo, Moonfall es una historia sobre la familia que revela el héroe que hay dentro de la gente aparentemente común.