Stella Godlschlag, la ‘rubia fantasma’ que soñaba con ser cantante en Broadway y terminó como ‘caza-judíos’
Hablamos con el director Kilian Riedhod sobre ‘Stella, víctima o culpable’, que se estrena este viernes 15 de marzo
‘Stella, víctima o culpable’, se presentó hace unos días en el Festival de Málaga, donde ganó el Premio del Público del Panorama Internacional. Durante las entrevistas con su director, la prensa abrumó a Kilian Riedhod con preguntas sobre su opinión sobre el genocidio que practica ahora Israel en Palestina, sobre lo que Riedhod tiene una postura muy clara. Y es que el cineasta alemán entrega una obra que quiere alejarse de una película más sobre el nazismo para centrarse en los mecanismos del totalitarismo, el adoctrinamiento y la violencia, utilizando la historia de Stella Goldschlag para mostrar cómo las personas pueden ser maltratadas y quebrantadas por un sistema perverso.
Kilian Riedhod descubrió esta historia hace veinte años, cuando vio una foto de Stella Goldschlag en el periódico y le llamó mucho la atención cómo parecía ‘tan contemporánea y tan viva’. Cuando leyó el artículo, supo que Stella había traicionado a cientos de personas, incluso amigas suyas, para sobrevivir. Pero también había sido perseguida y torturada. Inmediatamente, la consideró una historia con una ambivalencia intrínseca.
Sin embargo, hasta 2017 no empezó a escribir el guion, ya que nadie en Alemania se atrevía a hacer una película con un tema de tal calibre. Incluso después fue muy complicado levantar el proyecto y conseguir financiación.
Kilian, tu anterior película, la francesa ‘No tendréis mi odio’ (2022), es una historia sobre el ataque terrorista en la sala Bataclan de París. ¿Te interesan especialmente las historias que hablan sobre el extremismo ideológico y sus consecuencias?
Me interesan las historias reales, porque podemos aprender mucho de la Historia. Ambas películas abordan la violencia, en una la de los terroristas y en la otra la de un sistema terrorista como fue el sistema Nazi. Ciertamente hay una conexión entre ellas, aunque son películas muy diferentes. Aquella era una película muy pausada, casi muda, mientras que ‘Stella’ es muy dramática y tiene momentos ambivalentes.
¿Fue difícil para Paula Beer interpretar este papel?
Lo más importante fue conseguir la identificación con este personaje. Por eso, siempre intentamos encontrar en cada escena una conexión con la vida real para no juzgar a Stella. Porque creo que ella está más cerca de nosotros de lo que tal vez desearíamos. Es un personaje muy moderno, es bastante egocéntrica, como nosotros, que nos tomamos selfies todo el tiempo. Y esto tratamos de reflejarlo en las imágenes de nuestra película, para darle al público esa sensación de estar centrado en uno mismo, desenfocando el mundo que te rodea.
¿Trabajaste con coordinador/a de intimidad?
No, porque rodamos durante la pandemia y debíamos estar la menor cantidad de personas posible en el set. Pero creo que es muy bueno tener un coordinador de intimidad porque, como director, te libera. Podemos delegar ciertas cosas a un especialista, del mismo modo que lo harías con el especialista de acción. Así que estoy totalmente a favor, pero en esos tiempos era difícil, estábamos muy preocupados por contraer una infección y tener que detener el rodaje, por lo que intentamos mantener el equipo lo más pequeño posible.
En ocasiones, Stella parece disfrutar con lo que hace. ¿Puedes explicarme ese enfoque de la protagonista?
Ella era una joven que quería ser cantante en Broadway y, de repente, tuvo que irse a trabajar a una fábrica seis días a la semana durante doce horas. Asistir a este primer paso de estigmatización es realmente brutal para nuestros tiempos. Era importante darle al espectador un momento de identificación, porque de lo contrario la dejarías de lado y llegarías a un veredicto fácil. Pero ella está cerca de nosotros, es como una de nuestras mejores amigas que luego hace cosas horribles. Y, si no te identificas, la respuesta a nuestra pregunta sobre su comportamiento se vuelve muy fácil. Pero la vida no es fácil. Esta película es una confrontación con nuestro yo más interior, con el mal que hay dentro de nosotros.
¿Qué tipo de fuentes utilizaste para preparar la película?
La película se basa en una minuciosa investigación de los expedientes del tribunal militar soviético de 1946 y los procedimientos ante el tribunal del distrito de Moabit en 1957. Vimos ese interrogatorio que se le hizo, muy importante para descubrir todos los detalles y juntarlos en nuestra historia para equilibrarla entre el hecho de ser una víctima y ser una criminal, y luego nos dedicamos a investigar fotografías de esa época. Encontramos una fotografía realmente llamativa de una pareja joven recostada en la playa, una foto que podría ser totalmente moderna, de no ser porque estaba rodeada de banderas nazis. Esa ambivalencia de un evento muy actual, como pueda ser una pareja en la playa, en unas circunstancias históricas brutales era muy emblemático para contar nuestra película. Por eso, usamos los colores de esa imagen y los transmitimos en nuestra película. Nuestra intención siempre fue la de crear un mundo muy moderno. Así que dejamos de lado, por ejemplo, las camisas marrones de los nazis y las sustituimos por los uniformes azules de marine que sirven para evitar, no solo que el espectador la subestime como una película más de época, sino también para que la perciban como una historia muy presente, algo que creo que es necesario, ya que este tema es hoy más pertinente que nunca.
Con respecto a esto que comentas, hay un buen trabajo de ambientación de la época. Además del vestuario, ¿cómo trabajaste con los diferentes departamentos?
Con la fotografía siempre intentamos ser impredecibles. Stella nunca sabía lo que sucedería a continuación, así que la fotografía y la edición debían mostrar esta imprevisibilidad. Se trataba de ser un narrador poco fiable, por así decirlo.
Con el diseño de vestuario, como comentaba, omitimos ciertos colores. No fuimos a ser naturalistas en los trajes de mediados de los años 40, sino que tratamos de dar forma a nuestras expectativas modernas. Realmente, si vemos trajes de esos años, son un poco ridículos, porque tienen una forma muy ancha y también para nosotros era importante identificarnos con esa época, darle una forma un poco más actual, para aceptarlo como algo de ahora y no como algo extraño.
Del mismo modo, y por lo que respecta al diseño de producción, queríamos que Berlín fuera muy moderna, siempre les dije que tenía que parecerse a París. Debía ser seductora, porque para Stella era un lugar donde escapar de la vida oculta y subterránea de los judíos. Berlín se nos presenta como una metrópolis moderna, trepidante, a la que queremos pertenecer a toda costa. Queremos interpelar así al espectador, situarlo en las mismas condiciones físicas y mentales que Stella. ¿Hasta dónde eres capaz de llegar para poder participar en esa vida?
En términos generales, el lenguaje visual no es realista. La cámara hace movimientos rápidos, zoom ins repentinos. Los colores son extremadamente vívidos en muchas escenas, como la prisión en rojo y las noches muy azules. También hay escenas sorprendentes como la del bombardeo, en la que los personajes acaban bailando sobre una mesa. ¿Puedes hablarnos de ello?
Esta película siempre pretendió ser radical. Esto es evidente tanto en la narrativa como en la estética. No hay zona de confort para el espectador, no hay excusas, no hay distancia histórica que permita dejar de lado esta película como si fuera una película de época más sobre el nazismo.
Cuando pensábamos en este filme, siempre recurríamos a The French Connection. Esa fue la película que más conectó conmigo, porque te llega hasta los huesos. De todos modos, yo sí creo que ‘Stella’ es realista, pero de otra manera. Es cierto que no hay un estilo documental, pero te pone exactamente en la piel de la protagonista. No hay distancia entre nosotros y Stella, queremos estar lo más cerca posible de ella. Entras en su vida sin filtros. Por ejemplo, evitamos las tomas con grúa, porque es algo que a mí me lleva a una película de época y es como decirle al espectador: “No te preocupes demasiado, es solo Historia. Está muy lejos». Lo que queríamos era tener una experiencia muy presente, por eso recurrimos a esta cámara al hombro, por un lado, y también decidimos mostrar el «Sistema» desde una óptica muy larga. Estos eran los dos polos -antagónicos- del lenguaje visual para estar con ella como víctima y también para verla hacer cosas horribles.
¿Cómo trabajaste con el director de fotografía de la película, Benedict Neuenfels?
Esta es mi tercera película con Benedict, que es un DOP muy reconocido en Alemania, uno de los mejores que tenemos. Benedict odia hablar de estilo. Él siempre dice que tienes que encontrar una actitud física para la historia que cuentas. A mí me gusta esa postura, porque siempre te ofrece un punto de vista humano. ¿Cómo ves el mundo? ¿cómo ves a tu personaje? La forma sigue al contenido, la forma sigue a la actitud que desarrollas como cineasta. Así que, cuando trabajamos juntos, siempre tratamos de desarrollar el estilo a partir del contenido de nuestra historia, porque estamos de acuerdo en que la historia y la interpretación de los actores es lo más importante y siempre queremos servir a eso. Así que no se trata de imponer un estilo, algo que está muy de moda en nuestros días. Para nosotros, el contenido es tan importante que hay que encontrar una actitud moral a partir del mismo. De lo contrario, es simplemente hacer por hacer.
¿Cuáles fueron las localizaciones de ‘Stella, víctima o culpable’?
Viajamos por toda Alemania. Esto es algo que tiene que ver con nuestro sistema de financiación, nos vemos obligados a rodar en cada región de Alemania. Empezamos en Berlín; después, nos mudamos a Hamburgo y también estuvimos en Viena y en el Norte de Westfalia. La película es una combinación de muchas ubicaciones. En Viena encontramos apartamentos enormes, como lo eran antes en Berlín. Para nosotros, fue un regalo rodar allí para poder crear esa sensación del mundo berlinés de los años 40, sus calles, sus cafés, aunque también construimos algunas partes en la propia Berlín.
¿Con qué cámara y ópticas rodasteis la película?
Buena pregunta que debería contestarte Benedict (se ríe). Él rueda siempre con su propia cámara RED. En cuanto a las ópticas, son lentes zoom japonesas de las que se suelen usar en retransmisiones deportivas. Lentes muy largas. Cuando rodábamos cámara al hombro teníamos lentes muy cortas, siempre filmamos con un 20 mm, a veces un 18 mm o un 25 mm. Había una gran diferencia entre las lentes cortas cuando estábamos con Stella y estas lentes teleobjetivo cuando estamos fuera de escena.
‘Stella, víctima o culpable’ llega a la pantallas españolas este viernes 15 de marzo.